Autora:
Lourdes Illescas Peña
El reto que el docente universitario afronta al tener que convertir sus clases presenciales a no presenciales.
Ante el embate de la pandemia del COVID-19, la educación superior se vio forzada a un cambio de modalidad en la que se han dado a conocer varios factores como: la capacidad institucional como soporte a una nueva planificación a corto y largo plazo, el rol de los docentes/tutores virtuales, el estudiante como responsable de un trabajo autónomo de formación guiado, entre otros. Es así que, se debe identificar con claridad los diferentes retos a los que se enfrentan los actores de un proceso educativo y, sobre todo, sugerir las posibles acciones para dar solución a una replanificación con carácter urgente.
En primer lugar se debe establecer diferencias entre los términos que se utilizan indiscriminadamente al referirse a la educación a distancia, educación en línea y educación virtual. La educación a distancia por ejemplo, se afianza principalmente en materiales físicos que la institución entrega al alumno, un fuerte componente tutorial presencial y un constante seguimiento al proceso de aprendizaje. Por otro lado, la educación virtual, requiere de conocimientos de internet, comunicación online y plataformas multimedia. La característica principal es que se trabaja de manera asincrónica; y finalmente, la educación online toma como base la educación virtual, pero le añade el tiempo real. Es decir que el estudiante debe ser capaz de asistir a clases en vivo coincidiendo con sus compañeros y el docente.
En cualquiera de las tres modalidades, la comunicación entre docente y alumno se basa en el material didáctico y para lograrlo es imperiosa una planificación bien estructurada. Ciertamente, la realidad que tocó enfrentar al sistema educativo superior no ha dado el tiempo suficiente para hablar siquiera de un cambio de modalidad, en consecuencia, lo que ahora se experimenta, es el convertir una clase presencial en una clase no presencial. En este contexto, para lograrlo se sugiere tener en cuenta lo siguiente:
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Arrancar desde la planificación micro curricular plasmada en el sílabo de la asignatura, identificando los resultados de aprendizaje que serán alcanzables.
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Definir los espacios en los que se desarrollarán las actividades de aprendizaje en contacto con el docente, trabajo autónomo y la aplicación de aprendizajes. Todos ellos apoyados por tecnologías.
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Finalmente, definir la evaluación a través de: exposiciones orales, escritas, ensayos y/o trabajos grupales. Todas ellas acompañadas de una rúbrica.
El desafío sigue siendo impartir la mejor educación posible, utilizar las mejores herramientas disponibles y adaptarse a la realidad urbana, suburbana, rural e indígena de los actores sociales en la educación superior, aprender de los errores y fortalecer los logros, todo esto mientras se sigue construyendo y discutiendo un nuevo paradigma educativo.
Sobre autor/a
Lourdes Illescas Peña
- Ingeniera de Sistemas
- Master en TICs aplicadas a la Educación
- Master en Análisis y Visualización de datos masivos
- Tutora Virtual certificada por la OEA
- Proyectos de investigación en objetos de aprendizaje y visualización de trayectorias académicas.
- Docente universitaria