Covid-19 es causada por un virus que mide aproximadamente la diezmilésima parte de un milímetro y contiene una información genética equivalente a 30 kilobits (más o menos lo mismo que contiene el presente texto en un archivo de computadora). Pese a sus modestísimas dimensiones, ha logrado detener el ritmo cotidiano de la civilización humana en menos de tres meses y parece difícil regresar a una posible normalidad en menos de un año. La batalla contra el COVID-19 tiene frentes importantes: El desarrollo de una vacuna (no antes de 12 meses), un tratamiento farmacológico adecuado (por ahora poco claro y riesgoso), y el más efectivo al momento: el “aislamiento social”.
La movilidad es un factor clave en la dispersión del virus: cuando una persona infectada se traslada, lleva consigo el virus y puede pasarlo a otras personas con las que interactúa. Se estima que cada persona contagiada por COVID19 puede contagiar a entre 2 y 2.5 personas si circulase libremente. Aunque este número parece bajo, da lugar a lo que conocemos como un crecimiento exponencial y se ha estimado que el 60% de los ecuatorianos podría llegar a infectarse. De ellos, se espera que un 20% presentará síntomas graves y un 5% llegará a requerir hospitalización, lo cual colapsaría el sistema de salud.
Tomando en cuenta el enorme impacto económico de las restricciones de movilidad, surgen dos preguntas claves: ¿Cómo saber si las medidas de restricción de movilidad desacelerarán la expansión del virus? Y tal vez más importante ¿Durante cuánto tiempo deben mantenerse estas medidas? Para responder esto, investigadores de la Universidad de Cuenca, la Universidad de Shinshu en Japón y la ESPE, están desarrollando un modelo de dispersión del COVID-19 para Ecuador, tomando en cuenta cómo se mueve la población entre provincias y dentro de las provincias, así como la capacidad para realizar pruebas y aislar a los infectados. Este modelo permite explorar cómo afectarían diferentes medidas de restricción de la movilidad en la dispersión del virus, para lograr así encontrar un conjunto de acciones que logre disminuir todo lo posible el número de infectados intentando a la vez limitar los impactos económicos de las restricciones. En la figura a continuación se puede observar cómo evolucionaría en el tiempo el número de personas infectadas en diferentes escenarios según este modelo. Siempre es importante recordar que los modelos predictivos son simplificaciones de la realidad y su calidad depende de los datos disponibles.