Autora: María Teresa Arteaga Auquilla
La Ley Orgánica de Salud ecuatoriana en su Art. 31 reconoce “la violencia como problema de salud pública”, en donde autoridades, servicios y organismos deben buscar la disminución de la violencia “de género, intrafamiliar, sexual” (2022, p. 9).
Ahora bien, la violencia debe ser entendida desde el patriarcado que es “el sistema de todas las opresiones, todas las explotaciones, todas las violencias, y discriminaciones que vive toda la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza, como un sistema históricamente construido sobre el cuerpo sexuado de las mujeres” (Cabnal, 2010, p. 16). En otras palabras, la violencia recae sobre unos cuerpos y territorios específicos, recipientes de la “pedagogía de la crueldad” (Segato, 2018) y que han sido caracterizados desde “una relación de dominación estructural y una supresión, muchas veces violenta, de la heterogeneidad del sujeto o sujetos en cuestión” (Mohanty, 2008, p. 114).
Por ello es necesario reconocer y poner en valor las diferentes de formas de ser, estar, sentir, pensar y hacer para la construcción de “diálogos pensantes, sintientes, y respetuosos” (Cabnal, 2010, p. 25). Esta acción es una invitación no solo a las mujeres sino a todas las personas independientemente de sus identidades de sexo, género, etnia, etc. De ahí que sea necesario reconocer la “categoría política de mi cuerpo-territorio” (Vargas, 2019), cuyo límite individual es la piel como frontera frente a “la violencia, el racismo o la discriminación” que exige poner el cuerpo para ser “capaces de entablar diferentes relaciones como las de amistad, el amor, de erotismo, relaciones con la naturaleza, la trascendencia, el conocimiento, la producción” (Paredes, 2014, pp. 98-99).
Imagen referencial marcha por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer #25N. Anthony Galán
Desde esta mirada, la cultura, el género y la educación no deben ser tratadas de manera aislada pues es justamente en el contexto educativo en donde se construye la diferencia y se produce la alteridad (Cabruja, 1998). Por ello es necesario educar desde la “pedagogía comprometida”, que entiende que “enseñar es un acto performativo” que hace obligatorio el compromiso “con los «públicos», a considerar asuntos de reciprocidad” (hooks, 2021, p. 32). Además, esta pedagogía se preocupa por el bienestar en donde la violencia, en todas sus manifestaciones, no tiene cabida. Por otra parte, es preciso “descolonizar las formas tradicionales de investigación, para promover el diálogo y la comprensión interseccional”, producción de conocimiento y saberes “desde una perspectiva intercultural, de género y con enfoque en derechos humanos” (Foro Internacional de Mujeres Indígenas, 2022, pp. 7-8)
Imagen referencial marcha por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer #25N. Anthony Galán
En este sentido, “No queremos pensarnos frente a los hombres, sino pensarnos mujeres y hombres en relación a la comunidad” (Paredes, 2014, p. 79). La violencia, el racismo y la discriminación han sido normalizados, por ello se hace la invitación a acuerparnos compañeras y compañeros “es decir, estamos y sentimos las injusticias e indignaciones que viven otros cuerpos y la naturaleza a causa del patriarcado; nos juntamos y actuamos con plena conciencia para defender de manera colectiva nuestro cuerpo. Porque […] se trata de un acto político en reivindicación de la vida” (Cabnal, 2017, p. 101). Pero, una vida digna con el reconocimiento y el ejercicio de la igualdad derechos.
Sobre la autora: Coordinadora de investigación de la Maestría en Educación, mención Inclusión educativa y Atención a la diversidad, I Cohorte. Miembro del grupo de investigación de Estudios Interculturales de la Universidad de Cuenca. Doctoranda en Historia y Arqueología por la Universidad Complutense de Madrid. Magíster en Estudios de la Cultura por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. Ha participado en congresos a nivel local, nacional e internacional.
Enlaces de interés: https://ucuenca.academia.edu/Mar%C3%ADaTeresaArteagaAuquilla
Bibliografía:
Asamblea Nacional Constituyente. (2022). Ley Orgánica de Salud. https://n9.cl/kk086
Cabnal, L. (2010). Acercamiento a la construcción de la propuesta de pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala. En Feminismos diversos: El feminismo comunitario (pp. 11-25). ACSUR-Las Segovias.
Cabruja, T. (1998). Cultura, género y educación. La construcción de la alteridad. La educación intercultural en Europa: un enfoque curricular, 51-66.
Foro Internacional de Mujeres Indígenas. (2022). Aportes para la investigación intercultural desde las perspectivas de las Mujeres Indígenas Metodologías, desafíos y lecciones aprendidas. Foro Internacional de Mujeres Indígenas.
Mohanty, C. T. (2008). Bajo los Ojos de Occidente: Feminismo Académico y Discursos Coloniales. En L. Suárez Navaz & R. A. Hernández Castillo (Eds.), & M. Vinós (Trad.), Descolonizando el Feminismo: Teorías y Prácticas desde los Márgenes (pp. 112-161). Cátedra.
Paredes, J. (2014). Hilando Fino desde el Feminismo Comunitario. Cooperativa el Rebozo, Zapateándole, Lente Flotante. En cortito que’s pa largo y AliFem AC.
Segato, R. (2018). Contra pedagogía de la crueldad. Prometeo.
Vargas, V. (2019). El cuerpo como categoría política y potencial de lucha desde la diversidad. En Tiempos de muerte: Cuerpos, Rebeldías, Resistencias (pp. 179-196). Buenos Aires, Argentina: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales; San Cristóbal de Las Casas, Chiapas: Cooperativa Editorial Retos; La Haya, Países Bajos: Institute of Social Studies.