En la primera parte del siglo XXI ya la mitad de los seres humanos vive en ciudades, y en regiones como Latinoamérica, la desigualdad en las condiciones de vida en las ciudades y entre la ciudad y el campo es cada vez mayor. Las ciudades presentan también muchos desafíos para las próximas décadas: el agotamiento de recursos, la salud y bienestar de las personas, la inequidad social, el cambio climático, los impactos ambientales, la movilidad y el manejo de datos e información.
Es imposible enfrentar adecuadamente estos desafíos desde una sola disciplina o campo del conocimiento. Para poder hacerlo adecuadamente, se necesita una nueva ciencia de ciudad que no solo junte múltiples disciplinas, sino sobre todo lograr que esas disciplinas trabajen en conjunto y no de forma aislada. La pandemia de COVID-19 nos ha dado varias lecciones importantes sobre esto. Por ejemplo, se ha demostrado que las actividades al aire libre en espacios abiertos no solamente están entre las más seguras sino que mejoran la condición física de las personas, aumentan su bienestar y protegen la salud. Por otro lado, la pandemia obligó a generar restricciones de movilidad vehicular que tuvieron un impacto sobre una parte de la población que utiliza el vehículo particular como medio de transporte, mientras que quienes se movilizan en transporte público están más expuestos al riesgo de contagio. Al juntar la planificación y gestión de salud, con la actividad física, la movilidad y la planificación urbana, podría haberse desarrollado e implementado de forma rápida y económica un sistema de movilidad basado en bicicleta y caminata que garantice la seguridad física de las personas. De esta manera, la ciudad podría haberse reactivado de forma más rápida a la vez que se protegía la salud de sus habitantes. De hecho, muchas ciudades en todos los continentes hicieron exactamente eso, demostrando que era viable un cambio del sistema de movilidad en poco tiempo.
Es imprescindible que nuestras ciudades emprendan una planificación más integral, que aborde los problemas urbanos desde un debate entre las diferentes áreas del conocimiento, como la arquitectura, la planificación urbana, la ecología, la salud, la sociología, el arte y la cultura. En la Universidad de Cuenca hemos asumido este reto interdisciplinar desde el departamento de Espacio y Población, en el que investigadores de diversas facultades y disciplinas trabajan juntos para producir evidencia científica que permita a nuestras ciudades estar mejor preparadas para enfrentar los retos que nos depara el Siglo XXI.