Cápsula | Arqueología y alimentación: la chakra Cañari

Autor: Miguel Angel Novillo Verdugo

La alimentación está ligada a las costumbres y cosmovisiones de los habitantes. Conocer qué alimentos se consumían en el pasado es posible gracias a la multidisciplinariedad.
Zona de cultivo en Cañar. Crédito: Proyecto Alimentación Cañari.

La arqueología, considerada una ciencia social y humana, tiene por objetivo explicar al ser humano en el contexto de la sociedad y la cultura, en un tiempo y espacio específico, a partir de sus creaciones materiales y las múltiples lecturas que se desprenden de los objetos. Sin embargo, recurre a otras ciencias y conocimientos para reconstruir el pasado. Así, por ejemplo, cuando se pretende “descubrir” el tipo de alimentos que se consumían en el pasado se emplean técnicas que provienen de la química, la biología, la física, entre otras, dando cabida a la arqueometría.

Preparación de muestras para análisis de almidones. Crédito: Proyecto Alimentación Cañari.

En este sentido, el conjunto de materiales que se emplearon para la alimentación, en el caso de la prehistoria cañari fueron elaborados, principalmente, en cerámica y lítica (piedra). Estos objetos sirvieron para preparar, contener, servir, almacenar alimentos. Entre estos existen: piedras de moler, metates, morteros, manos de moler; en cerámica: ollas, cuencos, vasos, botellas, platos, entre otros. Todo un conjunto artefactual utilizado en el procesamiento, servicio y consumo de alimentos. Tanto la cerámica y la lítica tienen la capacidad de enriquecerse con restos orgánicos, según los productos que tuvieron contacto con sus superficies porosas, en donde se pueden observar evidencias de esos productos del pasado, dando paso a la pregunta ¿qué tipo de plantas y alimentos se consumían en la antigüedad? ¿Estas son parte de una identidad cultural?

Recipientes cerámicos con rostros humanos (antropomorfos) y piedras de molienda.
Crédito: Proyecto Catalogación y puesta en valor de bienes arqueológicos Museo Comunitario Chobshi.

La pregunta puede ser respondida desde el análisis de almidones. Esta técnica empleada por la arqueometría permite reconocer restos orgánicos, que brindan información sobre dieta vegetal, el uso y la diversidad en el manejo de recursos vegetales. El aspecto crucial del análisis radica en la presencia de gránulos en la mayoría de las plantas verdes y, prácticamente, en todo tipo de tejidos como: hojas, frutas, granos de polen, raíces, tallos, tubérculos y semillas. Estos son observados en un microscopio con luz polarizada, a partir de la descomposición de la luminiscencia cuando hace contacto con un elemento orgánico, originando una forma de cruz (extinción) que diferencia un elemento de otro. Además, se aplica una tinción de yodo lo que provoca una reacción en los almidones, tomando diferentes coloraciones.

Desde el conocimiento arqueológico, la alimentación no es exclusivamente un proceso de transformar un producto y elaborar comidas y bebidas –a partir de instrumentos o técnicas específicas–, sino que es un acto social, temporal y espacial, que constituye un ámbito generador de sentidos, significados y simbolizaciones. Es decir, implica reconocer y atribuir valores, así como componentes materiales e inmateriales que conforman una identidad cultural.

Cuando se habla de alimentación andina cañari, se establece un vínculo hacia costumbres, memorias, tradiciones y prácticas indígenas. Aquí están incorporados los sistemas de siembra y cosecha, los modos de concebir la agricultura, las formas de preparación de alimentos, la asignación de roles y actividades, entre otros elementos que giran en función de la nutrición y salud.

Huerto de hortalizas en Cañar. Crédito: Proyecto Alimentación Cañari.

Cuando se deja de cultivar ciertos productos en un sistema de alimentación tradicional se pierde un legado cultural, un conocimiento, prácticas heredadas, creencias, que dan identidad a determinado grupo social. En este sentido, las comunidades pierden o desplazan un conjunto de pervivencias y memorias alimenticias que afectan el sistema de nutrición y, consecuentemente, se incorporan otros elementos homogéneos de alimentación hacia el consumo en una economía de mercado moderna y global, marcado en las nuevas generaciones.

Rafael Alulema, profesor y ex director de la Unidad Educativa Intercultural Bilingüe Quilloac, señala que las culturas andinas se caracterizan por su concepción ritual y simbólica de la práctica agrícola (agrocentrismo), por ende, no es un acto meramente productivo sino, un culto y diálogo con la vida y la naturaleza (Pachamama). En este contexto, el pueblo cañari tiene formas de conceptualizar la agricultura: warmi y kari chakra, y warmi huerta. 
Dr. Rafael Alulema, profesor y ex director de la Unidad Educativa Intercultural Bilingüe Quilloac Crédito: Proyecto Alimentación Cañari.

En la chakra se asignan roles específicos paras las mujeres y hombres, así los espacios son denominados como warmi (mujer) y kari (hombre). La warmi chakra consiste en el cultivo de productos como, por ejemplo, la siembra del maíz, que va acompañada de achogcha, haba, fréjol, zambo, zapallo, limeño, entre otros. Esta forma de cultivar se relaciona con la mujer, debido a la variedad de productos que se siembran y su capacidad de sostener la alimentación y la vida a partir de la diversidad. Mientras que, la kari chakra se vincula al hombre. Este tipo de cultivo se hace, exclusivamente, con un solo producto, puede ser papa o maíz. En un terreno más pequeño, se localiza la warmi huerta que, de forma general, está compuesta de toronjil, ají, perejil, aguacate, menta, guantug, ruda, romero, es decir, aquellas plantas que sirven para condimentar los alimentos, pero también, para sanar, curar y espantar a los malos espíritus.

Finalmente, los valores y los conocimientos de la agricultura se transmiten en la chakra pedagógica. Esta iniciativa se desarrolla en la Unidad Intercultural Bilingüe Quilloac, la cual consiste en un espacio para las prácticas educativas de los estudiantes, que vincula educación, familia, tierra y chakra, bajo la cosmovisión andina cañari. Aquí se cultivan varios productos (policultivo), como una estrategia resiliente que permite el aseguramiento de la alimentación, en el caso de que un cultivo falle en su producción (seguridad alimentaria). 

Sobre el autor:
Director de los proyectos de investigación “Cultura material, prácticas, significados sociales y narrativas en torno a la alimentación Cañari” y “Catalogación y puesta en valor de bienes arqueológicos del Museo Comunitario Chobshi”.

Bibliografía revisada:
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  • Alulema, R. y López, M. (2017). Cosmovisión andina cañari y determinación social de la salud. Revista de Investigación Talentos, 4(2): 75-80.
  • Cruz, J. (2012). Análisis de almidones de vasijas cerámicas de las cuevas Petapa y Retazo, Ocozocoautla, Chiapas. Tesis para optar por el título de Licenciado en Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México.
  • Estermann, J. (2009). Anatopismo como alienación cultural: Culturas dominantes y dominadas en el ámbito andino de América Latina. En Fornet-Betancourt, Raúl (ed.). Culturas y Poder: Interacción y Asimetrías entre las culturas en el Contexto de la globalización. Bilbao: 177-202. 
  • Quezada, A. y Favila, H. (2018). Culturas alimentarias indígenas y turismo: Una aproximación a su estudio desde el control cultural. Estudios y perspectivas en turismo, (2): 194-212.
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