Las generaciones X y millenials crecieron con mediana exposición a contenido científico como parte de su formación y como entretenimiento en los medios masivos ¿Quién no recuerda los experimentos caseros como los volcanes de bicarbonato? y los programas de TV como El Mundo de Beakman, o películas donde el científico era la figura de inspiración. Hoy, estos contenidos y experiencias han desaparecido para la generación de centennials.
De igual manera, hay menos espacios de interacción entre las universidades y su producción científica con las necesidades de la sociedad. Sin embargo, la complejidad de la vida moderna requiere -ahora más que nunca- de la ciencia para enfrentar los problemas de la humanidad. Sin embargo, la pregunta se mantiene ¿A dónde se fue la ciencia ahora que la necesitamos?
Actualmente, los parámetros de promoción y obligaciones de los docentes-investigadores implican como prioridad la producción científica, la publicación de artículos, y minoritariamente la vinculación con la sociedad, pero casi nunca la comunicación pública de la ciencia, lo cual afecta el proceso de transferencia de conocimientos a la sociedad.
La investigación de comunicación científica plantea el debate entre la difusión y el diálogo social.
- La ciencia más que nunca necesita estar al alcance de la sociedad de forma abierta, pero también de forma entendible.
- Hoy no basta hacer una campaña de difusión científica, sino se debe promover el diálogo abierto ciencia-sociedad.
- Dialogar de ciencia implica abrir el espacio no sólo a las preguntas de la sociedad, sino a la colaboración de la sociedad en la investigación de forma inclusiva sobre los temas que afectan o interesan a distintos grupos humanos.
Las últimas dos décadas marcadas por el acelerado desarrollo tecnológico, nos ha permitido acortar distancias e intercambiar información en tiempo récord. Sin embargo, también ha traído información que confunde y desinforma. En las personas, este fenómeno impacta la toma de decisiones, define aspectos cruciales en su vida como: salud física y mental, o ¿qué hacer cuando llega el desempleo?; ¿cómo planificar sus finanzas?, planificar su familia, u organizar su plan de vida. En dicho contexto, el entorno nos ofrece información con frases como “científicos afirman” o ”una investigación confirma”, cursos online que prometen hacernos alcanzar nuestros sueños. En medio de este entorno hiperconectado, se hace evidente una de las frases de Albert Einstein “cada vez sabemos más y entendemos menos”.
Simultáneamente, tomemos en cuenta la complejidad del entorno social dominado por la gratificación instantánea, marcada por ofrecer vínculos personales y bienes, percibidos como reemplazables. Es así, que la proliferación de “gurús” con recetas para cada problema, que en su mayoría carecen de fundamentos científicos, a veces arrastra a las personas a situaciones irreversibles o dolorosas, luego de brindar confort y seguridad.
La comunicación científica, una disciplina relativamente nueva, que se ha transformado dramáticamente, en dos modelos: el déficit y el diálogo. El déficit plantea que la ciencia debe ser difundida a la sociedad, asumiendo que la sociedad, no cuenta con las habilidades y competencias para comprender la ciencia. En consecuencia, la comunicación debe centrarse en educar a la sociedad. Es así que el déficit, se sustenta en teorías de comunicación líneal/unilateral, donde se difunde o disemina información en medios masivos y se da oportunidad a que la sociedad pueda plantear sus preguntas y proveer retroalimentación a los científicos. Este esquema utilizado, en las décadas de 1980 y 1990, es criticado en la actualidad, asume la superioridad de los científicos en la sociedad, y también, ha marcado la distancia entre la sociedad y la comunidad científica.
Es por esto que desde la década del 2000, se replantean los paradigmas de investigación y la práctica de la comunicación científica. Es entonces que el modelo del diálogo, motiva a re-estructurar las relaciones ciencia-sociedad para construir iniciativas donde la ciencia aporta de forma directa en la calidad de vida. Las iniciativas de este campo han generado por ejemplo: centros/museos de ciencia, juegos e iniciativas de ciencia ciudadana. Sin embargo, se enfrentan desafíos a nivel mundial como el poco o nulo financiamiento para la comunicación científica y las barreras estructurales de las universidades. Hechos que son una limitante, pero que pueden ser superados con colaboración y creatividad con iniciativas como Ciencia para Todos ©.
Niños de la Unidad Educativa Francisca Arízaga Toral, aprenden salud dental preventiva en el programa Sonriamos Juntos de la Universidad de Cuenca. Las intervenciones y juegos fueron co-diseñadas entre odontólogos, niños de edad escolar de Cuenca y comunicadores.
Crédito de imagen: Denisse Vásquez G.
Enlaces de interés:
Bibliografía revisada:
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