En su canción "The times they are a-changin" (1963), Dylan anuncia de forma explícita una revolución de los tiempos: la Tierra, las costumbres, el conocimiento, todo sigue la ruta del cambio y transformación. Y así también lo ha hecho la ciencia. En un breve periodo de historia, la humanidad ha conseguido logros asombrosos, desde la invención del telescopio, y con ello la posibilidad de observar, describir y predecir el movimiento de planetas y estrellas, hasta pisar la superficie lunar o incluso cruzar el límite del sistema solar con sondas espaciales.
Pero el camino del conocimiento nunca ha sido fácil, por fortuna ahora parece lejano el tiempo en el que, con frecuencia, no solo las nuevas ideas sino también su promotor, terminaban en la hoguera. La ciencia actualmente afronta otro tipo de problemas: desde la falta de recursos económicos o interés político para promover la investigación en áreas clave para el conocimiento, hasta el desperdicio de valiosos recursos humanos, económicos y naturales en ciertos sectores relacionados con las nuevas tecnologías, cuyo fin último es el consumo masivo y el consecuente lucro para las corporaciones que los producen, comportamiento perjudicial para el planeta y sus recursos naturales.
Contrario a su nombre, el recurso más valioso de la Tierra es el agua. Y uno de los campos de la ciencia que se ocupa de su estudio es la Hidráulica. Los avances en el manejo del agua a lo largo de la historia han sido notables: acueductos romanos construidos hace casi dos milenios, o los sistemas de riego precoloniales en América. No es sorpresa que los vestigios de las primeras civilizaciones estén asociados a obras hidráulicas para la conducción de agua, elemento fundamental y prerrequisito para el desarrollo de cualquier población.
A nivel de planificación urbana, fueron los romanos quienes idearon los primeros sistemas de agua para consumo humano y la consecuente disposición de aguas utilizadas en el río Tíber. Para David Sedlak, Profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad de Berkeley, este hecho fue la primera revolución histórica en el manejo urbano del agua, seguido siglos después por el desarrollo de sistemas de tratamiento de agua potable y de aguas residuales. Sin embargo, no todo está dicho en cuanto al manejo del agua, el cambio climático y la superpoblación mundial plantean nuevos desafíos, en este sentido, según Sedlak, necesitamos ya una cuarta revolución: una que implique la reinvención del manejo eficiente del agua.