El páramo andino sudamericano (> 46.000 km2) es un generoso proveedor de agua para los valles interandinos, donde millones de habitantes la aprovechan en consumo directo, agroindustria y generación hidroeléctrica. Este ecosistema montañoso alberga además una impresionante biodiversidad, con más de 5.000 especies vegetales y cientos de especies animales, que conviven en una frágil cadena trófica.
El vasto almacenamiento de carbono orgánico de sus suelos es de gran interés científico, pues se extiende como un manto negro, que se ha desarrollado desde hace 8.000 años por la actividad volcánica, compactación glacial, y una lenta descomposición (favorecida por bajas temperaturas, permanente humedad y alta radiación). Tal materia orgánica es fundamental para la retención y regulación hídrica. Hasta ahora, el inventario de las reservas de carbono en el suelo y la vegetación nativa (> 70% pajonales), ha sido convencionalmente el método para estimar la captura del Dióxido de Carbono (CO2) (fijado por fotosíntesis de la vegetación). Sin embargo, los procesos de respiración natural (emisión de CO2 y otros gases) han sido escasamente investigados, y con un enfoque puntual sobre humedales (< 10% del páramo) [1], [2]. Esta emisión se genera durante la noche por la vegetación, y de modo permanente por la actividad de microorganismos (e insectos) en el suelo. Tales emisiones, son difíciles de cuantificar, debido a limitaciones tecnológicas de los instrumentos estándares (cámaras de respiración) al funcionar en el clima agreste del páramo.
Sin embargo, la cuantificación simultánea de captura y emisión de CO2, es factible con la técnica llamada Eddy Covariance, que monitorea ininterrumpidamente el intercambio de CO2, energía y vapor de agua, a escala de ecosistema (cubriendo grandes áreas). La Universidad de Cuenca dispone del único sistema de este tipo, ubicado en los páramos andinos de Zhurucay sobre los 3.700 m s.n.m. (entre los más altos del mundo).
Tres años de monitoreo continuos, demuestran precisamente lo contrario a lo que se generaliza en la literatura: El páramo emite más CO2 de lo que puede capturar [3]. Así pues, una tasa de respiración superior a la de captura, es determinante en el futuro del ecosistema, por el desgaste que genera a la reserva de carbono orgánico, elemento clave para la retención de agua del suelo. De mantenerse constante esta pérdida (y reducirse la retención hídrica), el futuro del páramo como proveedor de agua y albergue de biodiversidad, es incierto.
La actividad humana ha impactado estas áreas desde hace 2.200 años, de los cuales los últimos doscientos, han sido intensos [4]. Aquella alteración ha afectado a la vegetación, el suelo y el microclima, por lo que es imperativo investigar los mecanismos que controlan la respiración, y llegar a predecir escenarios que contemplen el cambio climático como factor agravante.
Bibliografía
[1] J. A. Villa et al., “Carbon sequestration and methane emissions along a microtopographic gradient in a tropical Andean peatland,” Sci. Total Environ., vol. 654, pp. 651–661, 2019.
[2] J. Y. McKnight, C. P. Harden, and S. M. Schaeffer, “Soil CO2 flux trends with differences in soil moisture among four types of land use in an Ecuadorian páramo landscape,” Phys. Geogr., vol. 38, no. 1, pp. 51–61, Jan. 2017.
[3] G. Carrillo-Rojas, B. Silva, R. Rollenbeck, R. Célleri, and J. Bendix, “The breathing of the Andean highlands: Net ecosystem exchange and evapotranspiration over the páramo of southern Ecuador,” Agric. For. Meteorol., vol. 265, pp. 30–47, Feb. 2019.
[4] N. Jantz and H. Behling, “A Holocene environmental record reflecting vegetation, climate, and fire variability at the Páramo of Quimsacocha, southwestern Ecuadorian Andes,” Veg. Hist. Archaeobot., vol. 21, no. 3, pp. 169–185, May 2012.